
Vecinos de Puerto Williams comienzan a dejar atrás la leña y optan por el gas licuado para calefaccionarse
En una ciudad donde se prioriza el sistema mixto de calefacción, con la leña como principal protagonista, Carlos Soto Medel sale de la regla: hace dos años utiliza primeramente estufas con cilindros a gas licuado. El profesor de Historia destaca la seguridad, comodidad y limpieza que le otorga este tipo de energía. Agradece que por tercer año consecutivo se desarrolle el subsidio al gas licuado, tras convenio entre Gobernación Antártica Chilena y Gasco Magallanes.
*Autoría del artículo es de Gobernación Antártica Chilena y fue publicado por primera vez en edición del 17 de julio del medio escrito regional La Prensa Austral. Aquel mismo día, igualmente se publicó en Facebook de la Gobernación: https://bit.ly/2ZJj0sM.
Carlos Soto Medel (64 años) nos recibe en su hogar en Puerto Williams, donde vive junto a su esposa y el menor de sus cuatro hijos. A diferencia de muchos hogares de la capital provincial, no tiene leña apilada en algún rincón al interior de la casa, ni menos el fuego prendido en la estufa. La tiene fría, sin caño, vacía en su interior y con cachivaches ubicados en su parte superior.
En su lugar, y a un costado de la estufa a leña, hay un rojizo calefactor a gas licuado. Con sus tres pantallas encendidas y el característico seseo constante, otorga calor suficiente para la sala de estar donde se encuentra sentado, contrastándose con el frío invernal que se siente al exterior del hogar.
Con emoción, y junto a estos dos artefactos que representan el pasado y el presente en el método de calefacción, recuerda las razones de su cambio: en 2012 y 2015, respectivamente, se sobrecalentaron los caños en sus dos casas, contiguas una de otra.
Amarga experiencia
“¡Quemó todo lo que fue la parte de arriba, de un costado y la pared!”, rememora el profesor de Historia del Liceo Donald Mc Intyre Griffiths, sobre el episodio de la casa donde actualmente reside, mientras mira la zona donde anteriormente se ubicaba el caño, hoy vacía. “Fue bastante dramático, porque de repente venirse del trabajo corriendo y ver que tu casa se estaba quemando, era más o menos nomás”, añade.
Estas amargas experiencias provocaron que junto a su familia decidiera cambiar totalmente el método de calefacción. Hace dos años atrás, eliminaron el uso de estufa a leña al interior de la vivienda y, en su lugar, comenzaron a usar dos calefactores a gas licuado portátiles -además del que está en la sala de estar, tienen otro en el pasillo-. Esto lo complementaron con paneles calefactores eléctricos instalados en cada pieza para usarlos en las épocas más frías del año. Y, de vez en cuando, para ocasiones especiales, usan una cocina a leña –magallánica-, ubicada en una terraza techada, al exterior de la vivienda.
Soto asegura que el uso del gas licuado como medio de calefacción principal en el hogar, ha sido una experiencia positiva para su familia. En una ciudad donde la mayoría de sus habitantes usa un sistema mixto de calefacción, con la leña como progatonista y el gas licuado en el papel secundario -aunque últimamente ha aumentado el uso de estufas a pellets-, este vecino de la capital provincial sale de la regla. “Quizás la gente no ha dimensionado, no ha sacado los costos, ni comparado la diferencia que hay entre la comodidad, la contaminación, poner todo eso en la balanza, y van a ver que podrían cambiarse perfectamente al gas licuado como calefacción en general”, sostiene.
El también locutor de una radio local, asegura que en las épocas más frías del año, entre mayo y agosto, llega a gastar hasta 150 mil pesos mensuales en gas licuado, sumando el uso de las estufas, calefont y cocina. Para ello, usualmente rellena un cilindro de 45 kilos, además de otros dos de 11 y 15 kilos cada uno.
Casi cuatro décadas lleva viviendo en la ciudad
De acuerdo al vecino que lleva 39 años viviendo en Puerto Williams, el uso de este combustible tiene múltiples beneficios en su cotidianeidad. Entre ellos, destacan la certidumbre de siempre obtener el producto cuando lo necesite –sólo basta con llamar a la empresa que entrega el servicio en los horarios establecidos-; la comodidad –no debe estar picando, ni apilando leña, tampoco limpiando el caño de la estufa-; la limpieza y uso de nuevos espacios –no está obligado a entrar leña, permitiéndole más áreas disponibles en la casa-, y la seguridad –ya no debe preocuparse del sobrecalentamiento del caño cuando no esté-.
“Yo sumé todo eso y calculé cuánto gasto con el gas. Me salía una cosa por otra, con la parte benéfica en cuanto a que tenía la comodidad y seguridad, es decir, estar en el liceo trabajando y pensar de que no se me va a quemar la casa. Y es más limpio. Entonces, yo recomiendo el gas francamente”, menciona Soto, quien en su otra casa, que tiene en arriendo, también posee una estufa a gas licuado de tiro balanceado y otra portátil. “Me dicen que andan perfectas, sin ningún problema”, asegura.
Subsidio al gas licuado
Esta semana comenzó la entrega del subsidio al gas licuado, tras un convenio firmado entre la Gobernación Antártica Chilena y Gasco Magallanes. La acción, que se realiza por tercer año consecutivo en esta zona, estima beneficiar a 546 viviendas de Puerto Williams, con un monto único de 48 mil pesos para costear este tipo de combustible en cada hogar. Los 26 millones 208 mil pesos en recursos se obtuvieron a través de un fondo de la Organización Regional de Acción Social (Orasmi) del Ministerio del Interior y Seguridad Pública.
Debido a la contingencia por la pandemia del coronavirus, el método para obtener y entregar el beneficio se ha desarrollado bajo estrictas acciones sanitarias por parte del organismo gubernamental y la empresa. En el caso de la Gobernación, primero deben inscribirse telefónicamente, agendar una hora de asistencia y posteriormente dirigirse al edificio para firmar la planilla, tras pasar por un protocolo sanitario. A la fecha, se han suscrito 201 vecinos y han ido a firmar 64 de ellos.
Soto se muestra agradecido respecto a esta iniciativa. “Me parece espectacular. Es que aquí hay varias cosas que se conjugan, no solamente la parte doméstica, con las casas, en cuanto a la limpieza y seguridad, sino que también estamos evitando cortar el bosque, es decir, estamos contribuyendo a la parte ecológica. Por lo tanto, que el Gobierno subsidie el gas y que haya gente que se empiece a cambiar a esta energía, es más limpia, contamina menos que una bosca. Si tú te vas en la tarde hacia los altos de Puerto Williams, vas a ver que hay toda una nube de esmog causada por las boscas”.
El vecino finaliza con un anhelo para él y todos quienes usan mayormente el gas para calefaccionarse: “ojalá nos pudieran colocar esos estanques grandes, esos ‘chanchos’ de gas. Ahí yo elimino inmediatamente esto (estufa a gas licuado) y coloco solamente calefactores de tiro balanceado”.