
[COLUMNA] Un año de aprendizaje, solidaridad y generosidad
Pasó un año ya desde que en esta parte del territorio empezamos a conocer los primeros efectos y consecuencias de la pandemia del Coronavirus. Lejana al comienzo y lamentablemente cada vez más cercana con el paso del tiempo, hace un año, la incertidumbre a lo desconocido comenzaba a golpear las certezas, lo aprendido y acostumbrado. De pronto, en muy poco tiempo, todo lo incuestionable se transformó en duda.
Las cifras y números que a diario encabezaban los titulares en la prensa, representaban la realidad que estaban viviendo las familias que esperaban la pronta recuperación de algún ser querido. Lamentablemente, muchos de ellos no alcanzaron a reencontrarse y partieron víctimas de una enfermedad dolorosa tanto en lo médico, como en lo afectivo y emocional.
Con todo en contra, el sistema de salud y sus equipos humanos en pleno se transformaron rápidamente en una primera línea vital para la atención de pacientes y el cuidado de la salud de las personas afectadas por el virus.
La puesta en funcionamiento de una robusta red de protección social integral en todo el país contribuyó a llevar alivió a quienes más sufrieron y a las familias más necesitadas y afectadas por la emergencia sanitaria.
Hace un año, para el mundo, la vacuna contra el covid-19 era un sueño lejano, mientras la comunidad científica
hacía sus mejores esfuerzos poniendo al servicio de la comunidad todas sus capacidades por ejemplo en la toma de muestras y análisis, testeos masivos y el propio estudio del virus que permita comprender mejor su dinámica y efectos.
La solidaridad de las comunidades y la generosidad muchas veces anónima nos devolvía la esperanza y las energías para seguir adelante en el intento de superar la crisis. No nos cansamos de llamar a la unidad, a colaborar y a ponernos a disposición del objetivo común que enfrentamos como sociedad.
Así lo entendieron la mayoría de las personas, las organizaciones e instituciones que se pusieron a disposición de las necesidades. El cuidado y protección de las personas mayores se transformó en una cruzada global.
La adaptación a las nuevas formas de vida que tuvimos que adoptar y empezar a poner en práctica, rápidamente se instalaron en lo cotidiano. Un año ya, y de una u otra manera, entre todos, hemos intentado hacer frente a las diferentes problemáticas que nos ha planteado el Coronavirus.
Y así es como, bajo una coordinación responsable y rigurosa encabezada por el Presidente Sebastián Piñera, Chile comenzó a recibir el reconocimiento mundial por su estrategia de vacunación masiva implementada en todo el territorio nacional.
Con más de 8 millones de dosis recibidas y casi 4 millones de personas vacunadas, el plan de vacunación sigue en marcha llegando a cada rincón, incluyendo localidades como Puerto Toro, Yendegaia y las islas que integran la Provincia Antártica Chilena.
Hasta hace algunos días, en el Hospital Comunitario Cristina Calderón de Puerto Williams, ya se habían administrado casi 80 segundas dosis, especialmente en personas mayores y trabajadores de la salud, completando 744 primeras dosis y un total de 820 vacunas acumuladas lo que pone de manifiesto el compromiso de quienes participan en la organización y logística para llegar con las vacunas e insumos necesarios hasta los lugares más apartados y extremos de nuestra geografía, y al mismo tiempo, el compromiso de las personas que deciden vacunarse como un acto de responsabilidad y autocuidado y también en un gesto solidario para cuidar de quienes le rodean.
Sin bajar los brazos, manteniendo todas las medidas de autocuidado y prevención, iniciamos este año con la responsabilidad de seguir enfrentando la pandemia de manera colectiva, siguiendo los aprendizajes, con solidaridad y generosidad.
Nelson Cárcamo Barrera
Gobernador de la Provincia Antártica Chilena
Columna de opinión publicada en suplemento «Análisis» de Diario El Pingüino
7 de marzo de 2021