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4 de marzo de 2021

[COLUMNA] Pueblos originarios: representación y democracia

Mientras a lo largo y ancho de todo el país continúa desarrollándose el proceso de vacunación masiva contra el Covid-19, llegando hasta las localidades más apartadas del territorio, como por ejemplo Puerto Toro, Yendegaia, Kanasaka y alcaldías de mar del extremo sur, me gustaría poder destacar otro proceso que tiene mucho que ver con la representación y participación de los pueblos originarios en la austral Provincia Antártica Chilena.

En el contexto de la próxima elección de convencionales constituyentes, es oportuno destacar la forma en que los pueblos originarios y los representantes de la comunidad yagán han puesto de manifiesto el ejercicio de la democracia.

Siguiendo la lógica histórica de la democracia, entendida como régimen político donde el poder es ejercido por el pueblo, lo que converge en marcos jurídico de representación normados y regulados, con raíces dadas en la antigua Grecia, desde donde adoptamos la conjunción de los términos pueblo o población y gobierno, poder o autoridad, hoy podemos observar cómo se logran poner en práctica aquellos a través de un proceso que se encamina a la construcción de una nueva carta fundamental.

Es en este sentido, cuando en este extremo rincón de Chile, se ha concitado el interés por formar parte de esta nueva experiencia democrática, donde la comunidad yagán, a través de elecciones internas, alcanzó el acuerdo para elegir su propia representación.

De esta forma, el concepto democracia se asume como norma al tiempo que refleja las antiguas prácticas de representación de los antepasados en cuanto la palabra y la opinión cobran una nueva dimensión en función de la futura toma de decisiones, sin olvidar el respeto por los integrantes mayores.

Así, el concepto antes señalado, adquiere vida cuando el consenso es el resultado de la participación y transparencia de la dinámica ejercida y validada por los miembros de la comunidad, tal como ocurrió recientemente en la comunidad yagán.

El término democracia, como norma de vida una vez conocido y analizado con cierta profundidad, permite generar estados y tipos de gobernanza que posibilitan la capacidad de desarrollar una vida en armonía, donde los conflictos y diferencias se plantean y resuelven mediante el diálogo y la puesta común de las exposiciones divergentes.

Casi como regla de oro que, de ejercitarse en plenitud, permite pensar en una sana y robusta convivencia, que es finalmente, el propósito que todos nos planteamos y al que aspiramos llegar por el bienestar de la sociedad.

Proceso democrático, genuino, aplicado y ejercitado conlleva a la estabilidad del Estado y como consecuencia, al resguardo de los derechos de las personas.

Planteado así, indudablemente que es un proceso que todos debemos esmerarnos por fortalecer.

Vista desde una perspectiva más amplia y global, la democracia nos entrega elementos vinculados a las acciones y valores que se suman a las herramientas posibles para alcanzar esa plenitud de convivencia en comunidad.

De esta forma, la comunidad yagán y su propio proceso de elección de representantes constituyentes, emerge como un ejemplo de esas formas y conductas que puedan permitir avanzar en una organización social más respetuosa.

Nelson Cárcamo Barrera
Gobernador de la Provincia Antártica Chilena
Columna de opinión publicada el 28 de febrero de 2021 en suplemento “Análisis” de Diario El Pingüino