Siempre nos ha llamado la atención las proezas y las acciones que dejan entrever el arrojo y el valor de quien las lleva a cabo. Más aún, cuando pasa desde siempre, que estas acciones que salen del ámbito de lo acostumbrado y provocan en nosotros la admiración y reconocimiento, hacen que ellas se queden plasmadas en los anales históricos de la sociedad, y serán las que se transmitan de generación en generación intentando recuperar los objetivos y propósitos que tal hazaña pretendió destacar y señalar.

Tal es el caso de lo que nos correspondió evidenciar hace exactamente una semana en la capital de la Provincia Antártica Chilena, cuando fuimos testigos del profesionalismo, trabajo y esfuerzo de Bárbara Hernández, nadadora extrema y que compartió junto a la comunidad una de las hazañas más importantes de su vida deportiva al lograr cruzar nadando las frías aguas del Canal Beagle.

Titánica y con un temple a toda prueba, Bárbara Hernández tomó la férrea decisión de escribir su propia historia de una manera muy especial, a su manera, nadando, pero también, haciéndolo en el mítico canal, homenajeando al pueblo yagán y en especial a sus mujeres, las mismas que antes desarrollaban esta práctica a diario y en condiciones más que adversas.

El encuentro entre la abuela Cristina y Bárbara al finalizar la dura prueba, se transformó en la imagen que grafica a la perfección una jornada colmada de emoción y simbolismos que vale la pena recordar y tener presente, precisamente cuando conmemoramos el Día Internacional de la Mujer. Hace justamente una semana, dos grandes mujeres se reunieron junto al Beagle.

Luchadoras frente a la adversidad, perseverantes, sinceras, cada una a su manera, en contextos y épocas muy diferentes, se han encargado de romper con todo prejuicio, de salir adelante pese a todo y ante todo en una sociedad que ha sido históricamente injusta con las mujeres, hoy se convierten en una suerte de insignia de una jornada que nos debe invitar a reflexionar, debatir y cuestionar lo establecido en materia de género.

El nuevo logro de la campeona mundial, en este extremo territorio, entre aguas que no sólo guardan un frío para muchos desconocido, sino que además, atesoran parte fundamental de la historia de la región y de sus primeros habitantes, resulta un privilegio para quienes asistimos y presenciamos la calidad humana de Bárbara demostrada durante su paso por la provincia y que compartió con vecinos y vecinas.

Acción propicia que podemos adoptar como un claro homenaje en estos días a cada mujer que forma parte de la Nación. En Bárbara están cimentados aquellos atributos que las mujeres manifiestan cada día y en cada rincón del país.

Evidentemente vivimos en una sociedad distinta a la de nuestros padres y abuelos, aunque todavía persisten algunos aspectos que deben ser erradicados. Se han alcanzado avances necesarios pero todavía quedan muchos desafíos por delante pero, claramente, hoy existe una mirada y voluntad diferentes como sociedad y desde el propio Estado. Las acciones pendientes deben ser una motivación para acelerar las respuestas a las demandas planteadas. No estamos ajenos a esas necesidades y tenemos el compromiso de poner nuestros esfuerzos a su disposición.

Nos alegra tener la posibilidad de compartir con mujeres como Bárbara o la abuela Cristina, que como muchas otras, aportan lo mejor de sí en el austro chileno y que resultan ser pujantes y emprendedoras, dispuestas a dar las brazadas que se requieren con la finalidad de alcanzar la meta propuesta.