
[COLUMNA] Descentralización, desafíos y oportunidades
Hace algunos días tuve la oportunidad de conversar con una persona que trabaja en la región pero que mantiene su residencia en Santiago. Aunque la situación no es extraña se me ocurrió consultarle por el motivo que lo mantiene entre la capital y Magallanes. La respuesta es que, a pesar de que aquí encuentra tranquilidad para desarrollar sus actividades, lamentablemente dijo, Santiago sigue siendo Chile.
Sabido es de los esfuerzos que se hacen las regiones por superar esta expresión popular, lamentablemente no deja de tener sustento en la realidad que, todavía es necesario recorrer un camino para alcanzar esa anhelada descentralización.
Esa puja constante entre los intereses locales y los del norte, o muchas veces al interior de la propia región, con todo lo opinable que puede resultar, nos encuentra en un contexto particular que invita al pensar y reflexionar sobre los desafíos que implica este momento nacional y las oportunidades que tenemos para comenzar a configurar entre todos un sistema que considere las necesidades locales.
El proceso de descentralización no es fácil y ello porque delegar, que, en buen romance, de eso se trata, cuesta. Delegar atribuciones, conceder cierto grado de autonomía, poder de decisión no siempre se da.
Nuestra región por años ha postulado esta modalidad. Y tal vez se requiera una exposición muy bien elaborada y en donde se muestre todos los aspectos laborales, culturales, geopolíticos, administrativos, de conectividad, distribución territorial, fenómenos climáticos y geográficos, o movilidad, entre otros, que permitan considerar de manera seria, responsable y posible de llevar adelante estos procesos.
La influencia que cada uno de estos aspectos ejerce en la vida diaria de las magallánicas y magallánicos, es también parte de la forma en que nos relacionamos y se logran desarrollar las actividades productivas, educativas y recreativas, de ahí que, la consideración de temas como las diferencias horarias, el sistema de transporte, o la matriz energética, configuren el trasfondo de la descentralización.
La pandemia y sus diversas consecuencias, como así también las medidas adoptadas para dar respuesta a la emergencia sanitaria, nos han ubicado en una nueva realidad que todavía estamos asimilando e intentando adaptar a nuestras costumbres.
No ha sido fácil, pero como todo proceso, estamos aprendiendo todos a salir adelante. Los cambios nunca son de la noche a la mañana, y tampoco se puede desconocer los intentos aplicados a la superación de las necesidades. Entonces, las propuestas o ideas que van en la línea de contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas deberían considerar también, los hechos que constituyen la identidad.
A pocos días de volver a las urnas para elegir a representantes regionales y comunales, entre ellos, a quienes tendrán la responsabilidad de redactar una nueva constitución, sería interesante volver sobre aquello que nos une en un contexto social cada vez más dinámico, que nos obliga a estar pendientes de esas transformaciones y de las nuevas necesidades de las comunidades.
Así es como, los propios sistemas educativos en su totalidad y complejidad, el sistema sanitario, la conectividad, los sistemas productivos y el bienestar de trabajadores, el clima y protección del medio ambiente, en la actualidad no se mantienen iguales que hace diez o veinte años, y seguramente tampoco lo serán en el futuro y serán los propios actores, comunidades educativas, trabajadores, la ciencia, la ciudadanía y sus autoridades, quienes deberán estar atentos a esos cambios para poder estar preparados y actuar en consecuencia de manera participativa desde los territorios.
Por Nelson Cárcamo Barrera
Gobernador de la Provincia Antártica Chilena
Columna de opinión publicada el 9 de mayo en suplemento «Análisis» de Diario El Pingüino